Lecciones de Vida
Luis Pardo, el chileno que perdió todo en el tornado de Kentucky
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Hace 15 años, Luis Pardo, un chileno nacido en San Antonio (V Región), llegó a Mayfield, el epicentro del devastador tornado que la semana pasada arrasó partes de Kentucky. Ex cadete de fútbol de la Universidad Católica iba con una beca de deportes para estudiar administración de empresas en la universidad local y terminó quedándose para siempre.
En la céntrica esquina de West Broadway y 10th Street levantó su negocio. Junto a su señora, María Mercado tenían un lavado de autos, un taller, una concesionaria y una academia de fútbol, que lo hizo muy conocido en la zona. Hasta el municipio había destacado su aporte a la revitalización del centro. De eso, no queda nada. Aquí relata las horas previas y posteriores al momento en que su vida cambió. Calcula las pérdidas en más de US$ 600 mil.
Aquí, cuenta a DF MAS cómo cambió su vida ese viernes:
"El tornado fue el viernes. Nosotros en Soccer Factory (la academia de fútbol) teníamos planeado partidos desde las cinco de la tarde hasta las diez de la noche. Pero a medida que avanzaba la tarde fueron informando que supuestamente como a las nueve o nueve y media se iba a empezar a poner más o menos feo.
Varios papás empezaron a preguntar por sus hijos, por lo que decidimos cancelar todos los juegos desde las siete en adelante. A las siete y media ya estábamos todos afuera del local, con todo cerrado camino a nuestra casa, a unos ocho minutos manejando desde el centro.
Se cortó la luz y nos matuvimos todos en el centro de la casa, en el baño, ya que no tenemos sótano. Y ahí nos quedamos todos juntos, esperando a que pasara el tornado y una vez que pasó empezamos a escuchar las noticias y comentarios de que en su paso por el centro de Mayfield había destruido muchas cosas.
Fue ahí cuando nos empezamos a preocupar mucho y llamamos a amigos y familiares de mi esposa para ver si tenían la posibilidad de ir a ver qué había pasado. Nosotros no podíamos ir todavía. Nos daba miedo salir. Las respuestas de todos eran las mismas: trataban de ir pero no podían llegar al lugar porque estaba lleno de árboles con todo tirado en las calles, postes, cables eléctricos…. eso fue como un cuarto para las diez.
Ya cerca de las dos de la madrugada no aguantamos más y fuimos con mi hijo y un amigo a ver qué había pasado. El recorrido desde mi casa al centro, que normalmente tarda ocho minutos, nos demoró más de una hora. Y realmente no pudimos llegar hasta el mismo lugar, ya que no se podía. Estaba intransitable. Tuvimos que bajarnos del auto y caminar en medio de una destrucción total. Había desaparecido todo. Todo estaba destruido. Era como si hubieran tirado una bomba que había hecho desaparecer todo.
Cuando llegué a Estados Unidos viví un huracán, pero nunca había vivido algo así. Me acuerdo de Chile y los temblores, pero no es lo mismo. En 1985, yo estaba chico, tenía entre cuatro y cinco años cuando fue el terremoto de marzo y de lo único que me acuerdo es que corríamos por las calles de San Antonio tratando de esquivar las cosas.
Me acuerdo de mi papá que estaba del otro lado de la calle gritándome que fuera rápido. Pero son recuerdos, muy poquitos que tengo de eso. Pero este tipo de desastres nunca lo había vivido. Nunca había visto algo así.
Es algo muy impactante porque uno no piensa que la fuerza de la naturaleza puede hacer cosas que parecen imposibles, aunque ahora no se puede decir que es imposible. El tornado levantó casas, edificios y otras cosas como si fueran pedazos de papel y los tiró dos ó tres cuadras más allá. Levantó todo con mucha fuerza.
Las pérdidas hasta el momento pasan los US$ 600 mil en mi caso, pero será más después que se limpie y tire todo.
Cuando llegamos al edificio de los locales estaba todo oscuro. Acá tenemos una concesionaria pequeña de autos usados y un taller mecánico y de lavado de autos donde reparamos vehículos. Nos pudimos alumbrar un poquito con la luz del celular.
A medida que caminábamos e íbamos viendo lo que pasó veía la silueta del edificio donde estaba el negocio y me decía para mis adentros: ahí está todavía; a lo mejor se volaron dos o tres paredes, alguna hoja de metal, cosas que demás arreglan. Pero, a medida que más nos acercábamos al edificio, ya no se veía.
La imagen se disolvía, era como si solo yo quisiera imaginarlo, porque cuando ya estábamos a unos 20 ó 30 pasos me di cuenta de que no quedaba nada. En ninguno de los negocios que yo tenía en la misma cuadra teníamos seguro. Estaban todos en el mismo bloque.
Cuando fuimos viendo que estaba todo destruido y que no había posibilidad, pues estaba todo irreconocible me sentí muy mal. Fue algo muy feo. A mi cabeza se vinieron las imágenes de los 15 años de estar en este lugar construyendo y armando todo esto para que esta esquina tuviera vida, fuera usada por negocios y servicios y que sirviera para ayudar con el fútbol.
Nosotros entrenábamos a muchos muchos niños a diario, también a adultos que juegan en ligas, íbamos a los campamentos de verano . En estos días hemos recibido el cariño de ellos y sus familias a través de múltiples mensajes. Todo eso nos está dando mucha fuerza.
Soy originario de San Antonio. Llevo viviendo en Estados Unidos desde el año 1998 en que me vine definitivamente. En Kentucky estoy desde el 2001. Durante un tiempo también tuve con mi esposa un restaurante por dos años.
La razón de mi llegada a este país fue el fútbol. En Chile yo jugaba en cadetes de la Universidad Católica, desde la sub 13 hasta la sub 17. Estuve becado en Santiago y como mi mamá vivía en Estados Unidos cuando yo la venía a visitar jugaba mucho para poder mantenerme en forma.Acá me vieron jugar y me ofrecieron venirme, ya que el fútbol profesional estaba partiendo hacía muy poco tiempo.
Decidió venirme porque la competencia que teníamos en Chile era muy fuerte y yo vi la oportunidad de poder llegar al fútbol profesional más rápido. Primero llegué a Miami y ahí estuve poco más de un año y de ahí me fui a Atlanta donde estuve once meses. Después me ofrecieron la beca en Mayfield donde estudié administración de empresas los cuatro años que duró la beca. Desde que salí de la Universidad empecé a entrenar para niños.
Hay ayuda. Hay comida. Ahora ya hay de todo lo básico. Uno ve a la gente limpiar y ayudar. Incluso vienen de otros Estados a dar una mano. Hay gente que viaja kilómetros y kilómetros para ayudar o encontrar personas que están perdidas. Es impresionante el nivel de ayuda que hay y toda la gente apoyándose.
De la parte de ayudas del Gobierno no se ha sabido mucho todavía más que para la gente que perdió sus casas que sabemos que los están ayudando. En la parte de los negocios, nosotros no teníamos seguro, entonces estamos esperando a ver qué tipo de ayuda podríamos recibir. Si es que la hay, porque hasta el momento no nos han dicho nada de eso.